Quiero dormir, buenas noches.

martes, 26 de febrero de 2008

Esta noche el manto de algodón ha desarropado al cielo, y ha dejado que mires una vez más sus sábanas estrelladas, sobre ese oscuro colchón donde te sueles tumbar cuando el suelo no te reconforta.
Ha descartado la posibilidad de que la humedad se desborde y empape tanto ese manto, que caiga repentinamente.
Ha impedido que la furia acumulada estalle dentro de tí, mientras intentas cerrar los ojos.
Pero caprichosa tú, has decidido volver a arroparte con ese manto, lleno de recuerdos absorvidos de tí, sentimientos y experiencias que han hecho derrumbarte otra vez, y ha estallado en el cielo una mezcla de furia y llantina.
Por eso el cielo se ha enfadado contigo, y ya no te deja dormir con él.

No, ¿No qué?

miércoles, 20 de febrero de 2008


Creo que el aire ya se ha cansado de oir tus lamentos sin sentido. Ignora cada respiración que das por él, porque el mismo cielo ha perdido la cuenta de cuántos suspiros han sido.
Las almohadas sobre las que solías llorar ya no se empapan, porque han sido innumerables las veces que has estropeado sus tejidos.
El papel sobre el que solías escribir estas líneas, se ha negado a ser escrito por tus clásicas palabras, y no quieren sentir el mismo sufrimiento que les has hecho pasar todo este tiempo.
Las personas con las que solías compartir tus sentimientos te han cerrado las puertas, porque ellas necesitan a otra gente que también les atienda.
El mundo entero se ha levantado y ya no está a tus pies, se ha parado y no quiere seguir girando en torno a tí.
Pero a pesar de que has hecho demasiado daño, aun sigues lamentándote por lo que hace tiempo dejó de existir para tí.
Porque quieres seguir recordando el olvidar su olvido; que a lo que diste la mano en un pasado, en un presente la sueltas, y en un futuro ya no sentirás su picor.
Y sabes que el aire, tus pulmones y el mundo te volverán a sonreír si les sonríes a ellos.

No mires ahora, luego te lo enseño...

martes, 12 de febrero de 2008

Puedo tirarme las horas muertas mirando al vacío. Dejando que todo lo que debería escuchar se convierta en un murmullo de palabras. Agobiándome por la cantidad de recuerdos que no quiero recordar.
No se puede hacer nada en contra del destino. No se puede hacer nada si al mínimo movimiento puedes destrozar lo que te ha costado forjar durante tanto tiempo.
Ni siquiera sé qué sentir.
No se al punto que he de mirar para que el vacío al que miro, se transforme en oscuridad ante mis ojos y me nuble completamente todo.
Quizá debería reírme por todos los acontecimientos. Contentarme por lo que ya sabía que iba a pasar. Puede que me haya quitado la venda demasiado tarde, o puede que el nudo que la ataba no se haya deshecho hasta ahora. Me lo deberían haber quitado antes. Me tenían que haber advertido de que en el momento en el que me lo quitaran, la claridad idealizada se transformaría en oscuridad. En nada.
Puede incluso que yo misma prefiera vivir con una venda, pero ya no encuentro el pañuelo con el que me tapaba.

Aunque no necesito que nadie me la quite, si no es necesario, me conformo simplemente con que me guíen

Sé el final de esta historia.

lunes, 11 de febrero de 2008

Sé perfectamente cómo termina esta historia.
Ni siquiera me acuerdo de la forma en la que empezó. Solo puedo revivir los acontecimientos que estoy viviendo ahora, y retenerlos unos minutos en mi mente, porque lo que revivo, ya forma parte del pasado, y ya no pertenecen a mis pensamientos.
No es un final feliz. Es un final como otro cualquiera.
Si tú ganas, yo pierdo. Si tú pierdes, yo gano. Si alguien gana, algo se rompe.
Es tan inmensa la historia, que a duras penas cabe en mi cabeza. No alcanza a cubrir esas viejas heridas que seguían abiertas y olvidadas.
O puede que sí. Puede que sea lo suficientemente grande como para caber en mi pensamiento, para hacerme razonar; capaz de pulsar ese botoncito que active la máquina de mi tristeza.
Pero yo ya me ahogo en el mismo aire en el que vivo y respiro, no me quedan lágrimas para inundarme en ellas, porque las he gastado todas en asuntos tan repetitivos que no me quedan más recambios.

Mentí. Esta historia es la clásica historia. Sé su final porque todos los finales son así.
Porque tú ganas y yo pierdo.

Imagine...

viernes, 8 de febrero de 2008

No quiero mirar al cielo y que el sol me deslumbre como si fuera totalmente insensible. Quiero mirar al cielo y que me invadan mil sensaciones distintas cuando veo la estrella del día brillar, cuando miro el azul que rodea todo el techo, o cuando veo ese algodón flotar en el aire. Quiero que cuando elevo la cabeza para ver a la ciudad que me observa desde arriba, esas mil sensaciones llamen a mil recuerdos, y me hagan sentir de nuevo lo que sentí entonces, respirar el aire que huele a aquel día.

Quiero, que si las nubes de algodón se reúnen entre ellas para un coloquio más oscuro y triste, sentir sobre mí cómo lloran, su tristeza, y que la suya me recuerde a la mía. Empaparme de emociones, y cuando sean tantas las que me llenan qu se confunda la pena con el frío; volver a sentir ese agua cálido que sale del grifo y que imita al de esas nubes. Ver como se empaña el cristal a mi lado, nublándome la vista que podría tener. Dejar que la cascada de agua caliente caiga por mi espalda, mientras fuera, la misma canción suena una y otra vez.

Quiero cerrar los ojos y soñar, desencadenarme de mi propia imaginación y ver imágenes y secuencias en la pantalla que forman mis oscuros párpados, deleitarme con eso; un simple sueño.
Los sueños son estúpidos. Soñar es una estupidez. Incluso si lo que se sueña está tan cerca que lo tocas con la palma de la mano. Tan cerca que incluso lo miras, y lo vuelves a mirar. Por eso quizá yo soy una estúpida. Pero a lo mejor me gusta ser estúpida, porque me gusta soñar. Porque me gusta imaginarme 'cómo sería mi vida si...'

Lo que no tenemos es lo que anhelamos. El no ser propietarios de algo nos lleva a los sueños, a ser propietarios de eso de una forma ficticia. De crearnos nuestra propia felicidad.

White&Black

lunes, 4 de febrero de 2008


Porque hoy es uno de esos días de los que llegas de clase, y cuando pisas el suelo de tu propia clase, la lección se te ha olvidado. Hoy es de esos días que tienes demasiadas cosas en la cabeza, como si las hubieran introducido todas a la vez, y no tuvieran demasiado tiempo para moverse; como para pararte a pensar en las cosas que has aprendido. Me falta tiempo para recapacitar sobre esas cosas. Para analizarlas una por una, y determinar su existencia. Para adivinar por qué aún siguen en mi cabeza y no las he terado como quien tira un papelito de aluminio.
Puede que sean cosas demasiado importantes para mí, pero, qué importacia pueden tener si no me dejan hacer otras cosas. Si ocupan demasiado espacio y tiempo. Algo que ocupa demasiado espacio y tiempo no puede ser bueno, no puede ayudarte en nada, porque te quita otras muchas cosas.
Puede que a veces esté tan distraída que ni siquiera tengo tiempo para pensar en nada. Demasiado ocupada, que lo único que hago es llenar mi cabeza de un color totalmente neutro y no pensar en nada. Concentrarme en ese color que no dice nada, no enseña nada, nada.